Fallingwater, Bear Run Pensilvania, diseñada en 1936 por Frank Lloyd Wright.
Hoy día es un monumento nacional y lugar de peregrinación de turistas arquitectónicos, pero fue construida como residencia de verano del matrimonio Kaufman.
Es un ejercicio casi perfecto de integración en el medio, una construcción orgánica donde se pretende unificar interior y exterior. El paraje es un espeso y bucólico bosque americano, la casa aparece flotando en un lugar inesperado.
La idea de Wright fue situar la vivienda sobre la cascada para oir su sonido por toda la casa. Pero precisamente el agua es lo que no se ve desde ninguna estancia y su sonido atrona incesantemente convirtiéndolo en una tortura.
Resultó ser inhabitable, costosísima de mantener y probablemente no este en muy buenas condiciones pese a ser un monumento, en 2001 se valoraron los gastos de restauración en 11 millones de dólares.
El conflicto entre el endiosado arquitecto y el ingeniero fue sonado porque la estructura no era suficientemente resistente para soportar esas terrazas voladas y tuvo que dar mayor grosor a la vigas casi en secreto, puesto que Wright no estaba dispuesto a renunciar a la ingravidez que pretendía con los nuevos cálculos. Ya en los 80 y 90 comenzaron los arreglos provisionales.
El error consistió en que no fue concebida para ser habitada, fue un sueño del arquitecto que tenía que ser realizado como tal, sin tener en cuenta inconvenientes... en una casa de cuento, no hay lugar para goteras , humedades, grietas, desperfectos.... es impensable.... pero es preciosa.